CASO ARN-GARCIA LA SENTENCIA

Perpetua a un ex policía por asesinar a un pibe

Los jueces lo encontraron responsable de homicidio calificado. En mayo de 2006, el uniformado hizo poner a Miguel “Piki” Cardozo, de 15 años, de rodillas y lo remató de un tiro en la cabeza.
Gatillo fácil. Antes de morir, el chico había conocido el mar.
Arrodillado, Miguel “Piki” Cardozo suplicó que no lo mataran. Lloró. Pero el ex policía Mariano Arn no dudó en dispararle un tiro con su pistola reglamentaria 9 milímetros entre la oreja y la nuca. Ayer el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 4 de La Matanza condenó a cadena perpetua al ex policía Arn, por el homicidio calificado de Piki, asesinado el 20 de mayo de 2006. Los jueces lo encontraron responsable de “homicidio agravado por alevosía y por haber sido cometido cuando era policía, apremios ilegales, vejaciones agravadas e incumplimiento de los deberes de funcionario público”. Para la jueza Carina Andrijasevich, el condenado “despreció la vida humana luego de dar muerte a un menor de tan sólo 15 años, con el grado de violencia que lo hizo y sin mediar motivo alguno”. Los jueces absolvieron a los dos amigos de Arn, quienes estuvieron la noche del gatillo fácil. Cristian García, ex policía, y el colectivero Félix Álvarez quedaron en libertad porque los jueces consideraron que no tuvieron intervención en el asesinato. El sábado 20 de mayo a las 10 de la noche Piki le pidió permiso a su madre para ir al cíber con amigos del colegio. El local quedaba a 25 cuadras de su casa, en el Barrio Almafuerte, de La Tablada. Justo ese día su mamá, antes de irse, le regaló un celular. En dos meses iba a cumplir dieciséis años e iba a ingresar al Colegio de Suboficiales. Cristina quería estar comunicada con su hijo. En el camino la barra de pibes iba pateando una botella de plástico, jugando al fútbol. Siempre lo hacían. Un pase mal dado hizo que la botella levantara vuelo, rozara un cable de luz y cayera arriba del Fiat 174 blanco de García, que estaba estacionado frente a la casa de Arn. La alarma sonó enseguida. Los chicos, asustados, corrieron; atrás de ellos salieron Arn, García y Álvarez, que se habían juntado a comer entre amigos. Pero a Piki su mamá le había enseñado que en esos casos se quedara quieto. El chico intentó explicarles a los tres hombres qué había pasado. Ellos lo atraparon cerca del Club 22 de Agosto, de La Tablada y lo llevaron a golpes hasta la puerta de la casa de Arn, en Jujuy al 4300.Según declararon en el juicio los otros dos amigos, Arn le “hacía la psicológica al pibe”. Los testigos declararon que lo golpearon mucho y le gritaban que lo iban a matar. Arn lo obligó a arrodillarse y a poner las manos atrás de la nuca. Luego disparó.Arn declaró que se “le había escapado el tiro”; García dijo que “había actuado en el marco de un procedimiento policial y pensó que Arn no iba a matar al joven”; y Álvarez que “corrió atrás del chico pero que no había hecho nada”.Piki trabajaba de lunes a sábados en un depósito de cartones. Sábados y domingos lo hacía en una panadería. El día que lo mataron era su franco. En 2005, un año antes de cruzarse con Arn, había conocido el mar en un viaje con su curso. Le había prometido, a su madre, que cuando él se convirtiera en militar la llevaría a conocer la playa. Luego de la muerte de su hijo Cristina recibió amenazas y abandonó el barrio Almafuerte. El Ministerio de Seguridad le dio un pulsador electrónico para que alerte en caso de peligro y tiene custodia policial por las noches. “A la gente que durante estos tres años me amenazó no le tengo miedo”, dijo.