NUESTRA MISION

U.PO.F.I. somos una entidad cuya misión es Preservar los Derechos Humanos de los Policias, prestandoles asistencia jurídica penal y administrativa, a todos aquellos policias bonaerenses, que se encuentran falsamente incriminados en hechos, que no constituye delito, en el marco de del cumplimiento de sus funciones. Quienes a partir de un desafortunado hecho, son separados de la fuerza, y tratados como delincuentes por inescrupulos abogados, que nada le importa nuestra libertad, sino todo lo contrario, con el unico fin de reclamar indemnizaciones millonarias al Estado.


sábado, 4 de julio de 2009

POR OMAR LOPEZ MATO


La falacia del garantismo
Recientemente la Cámara Civil y Comercial Federal, causa 2052/99 confirmó un fallo por el que con motivo de un tiroteo entre la Policía Federal y dos delincuentes sorprendidos “in fraganti” cuando asaltaban un garage, se produjo la muerte de uno de los delincuentes.

La sentencia de esta cámara establece que el Estado además de las costas debe resarcir el daño moral de la viuda y los 3 hijos del delincuente abatido, por un total de 125.000$ más intereses ya que “delincuente o no” la víctima era esposo y padre y que su familia ha debido experimentar un dolor moral por su pérdida que debe resarcirse.
¡No me quiero imaginar lo que nos puede salir de esta indulgencia! ¡Quién va a pagar la fiestita! Ya deben estar haciendo cola para iniciar las demandas. El próximo paso será otorgar pensiones graciables para chorros retirados ¿qué tal?
Este fallo es un final anunciado, el corolario de una doctrina que invade al mundo occidental en búsqueda de un nuevo equilibrio. Es la marea de los tiempos que oscila entre los extremos pendulares de la historia. Este es, sin duda, uno de esos extremos. Sirvamos de consuelo que no estamos solos.
Hace poco se exhibió la película sobre la vida de Harvey Milk, el líder de los derechos gay en San Francisco quien murió asesinado junto al Alcalde de esa ciudad, George Moscone, por un ex legislador llamado Dan White. White, asesinado confeso de Milk y Moscone, fue condenado a solo siete años de prisión porque, entre otras cosas, la defensa argumentó que la comida chatarra “le hacía perder sentido de realidad” al Sr White.
La noche que se conoció el veredicto se desataron graves disturbios en San Francisco. Como símbolo, los manifestantes llevaban una cajita con comida chatarra para que los exculparan en caso de caer en excesos.
De los siete años, White solo pasó cinco años en prisión.
Desconozco si algún juez autóctono ha atemperado una condena argumentando adicción a los choripanes o estableciendo que la dieta con excesos de chinchulines y morcilla pueda ser un atenuante, aunque dado el curso de las cosas, no sería raro que se baraje esa posibilidad en un futuro próximo. Tampoco sería extraño que las parrillas sean sancionadas como “cómplices necesarios”. Marche con fritas.
Muchos cambios se han visto desde los tiempos de Luis XV cuando Robert Francois Damiens fue condenado a ser descuartizado por intentar matar al monarca. Años antes un ofensor al abuelo de Luis XV, el número XIV llamado también el Rey Sol había terminado crucificado.
Otro caso menos monárquico y más cercano a nosotros fue el del Petiso Orejudo, típico insano que fue condenado a cumplir su pena en Tierra del Fuego, cuando en realidad era más justo que habitara un hospicio psiquiátrico. Estos son los otros extremos del péndulo.
¿Qué está pasando en la justicia? ¿Por qué se oscila de la sanción ejemplificadota a la indulgencia plenaria en un abrir y cerrar de ojos? En nuestra justicia coexisten ambas versiones. Por 30 gramos de marihuana en Córdoba te condenan y en algunos juzgados de Buenos Aires te liberan.
El fenómeno del Dr. Zaffaroni no es exclusividad nacional. No somos tan originales.
La tendencia garantista en el mundo ve al crimen como un emergente social. Para ellos el criminal es a su vez una víctima de la sociedad que sólo puede canalizar sus pulsiones a través de actos delictivos. Todos son atenuantes. Roban porque son pobres, porque no fueron educados, porque son marginales, porque fueron golpeados de chicos, porque son discriminados, por el color de su piel, porque ven violencia por TV, porque miran pornografía que abunda en los medios, por una dieta no balanceada, por falta de continencia, por la coca, el paco, la efedrina, la morfina etc… ¿Qué juzgan los jueces? ¿el determinismo social, el determinismo genético o nuestra capacidad de elección?
El axioma del determinismo implica que cada acontecimiento en el universo obedece a una causa previa o mejor dicho a una red de causas que incluye a los fenómenos pasados y presentes y futuros. La fisica de Newton así lo sostenía. Cuando este determinismo se aplica al sistema jurídico inferimos que el ladrón roba porque no tiene elección y al no tener elección no es culpable. ¿Es tan así?
Ni siquiera la física moderno cree en este determinismo. La física cuántica ha dado lugar al azar y a la teoría del caos. No todo está predeterminado. Las personas en situaciones extremas tienen márgenes más estrechos de elección, pero ¡los tienen!
Justamente la sociedad occidental está basada en la creencia de la libertad y la posibildad de elegir entre el bien y el mal, el célebre y nunca bien ponderado libre albedrío.
Si bien esta libertad puede estar coartada por condicionamientos genéticos, ambientales y sociales, la libertad existe y esa libertad, ese poder de elegir por más minúsculo que sea, nos hace hombres libres. Si no le reconocemos al individuo esta posibilidad…bueno cerremos las comisarías, los juzgados y las cortes porque estamos lidiando con animalitos. La capacidad de elegir nos hace humanos.
La experiencia de elegir no es ficción, es un proceso neurológico real.
Los condicionamientos y causas que lo influyen pueden ser tantos y tan variados que es imposible conocerlos en su totalidad. La libertad es la capacidad de elegir ignorando las causas infinitas que conforman esas condiciones.
Millones de personas viven en la pobreza, la exclusión social con falta de educación y una mala nutrición. Sin embargo, no eligen la delincuencia. Los que lo hacen son aun una ínfima fracción. Perdonar a los que quiebran la ley o atemperar las sanciones va en desmedro de aquellos que obedecen las leyes y además infravalora la capacidad del infractor considerándolo incapaz de elegir o limitar sus pulsiones, casi como un animal.
Al caer en esta contradicción, al menospreciar la capacidad de elección de una persona, la justicia cae en un paternalismo indulgente que en última instancia atenta contra el individuo y la sociedad toda.
omarlopezmato@gmail.com
Gentileza de http://www.olmoediciones.com/ para NOTIAR

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